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Zoonosis en el entorno pecuario mexicano

Las zoonosis, definidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como enfermedades provocadas por bacterias, virus, parásitos o agentes no convencionales que se transmiten de animales a humanos, representan una amenaza crítica para la salud pública y el sector agropecuario de México.

En un país donde la ganadería es pilar económico y cultural, el cruce constante entre humanos y animales en granjas, mercados y procesamientos crea las condiciones propicias para que estos patógenos circulen y generen brotes que afectan tanto al bienestar humano como al rendimiento productivo nacional.

Amplio espectro de patógenos y su vinculación con la producción

En México conviven en ámbitos pecuarios distintos tipos de animales —vacunos, porcinos, aves de corral, ovinos y caprinos—, los cuales pueden portar múltiples agentes infecciosos. La OMS estima que aproximadamente el 60% de las enfermedades infecciosas conocidas y el 65% de las emergentes son zoonóticas. En el entorno mexicano, brotes de brucelosis, tuberculosis bovina y salmonelosis reviven periódicamente debido al consumo de leche sin pasteurizar o carnes con controles sanitarios insuficientes. Aunado a ello, enfermedades emergentes como la influenza aviar representan un riesgo adicional para los productores y consumidores mexicanos.

Vías de transmisión

La transmisión de zoonosis en granjas mexicanas ocurre principalmente por:

Consumo de productos animales contaminados: carne cruda, leche no pasteurizada, quesos artesanales.

Contacto directo con animales: ordeña, sacrificio y manejo de animales enfermos.

Vectores: moscas, garrapatas y roedores. Incluso en sistemas intensivos de producción porcina en Yucatán, se ha documentado la transmisión de leptospirosis por roedores. Esto refleja la naturaleza multifactorial de las zoonosis, con bacterias, virus y parásitos como agentes causales.

El enfoque “Una Salud”

La Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la OMS promueven el enfoque “One Health”, que busca integrar salud humana, animal y ambiental. En México, esto cobra relevancia, dada la necesidad de coordinar esfuerzos entre la Secretaría de Agricultura (SADER), Secretaría de Salud (SSA), centros de investigación (INIFAP, CENID, universidades agropecuarias) y productores. El objetivo: detección temprana de brotes, vacunación de animales, monitoreo en granjas y mercados, y capacitación continua.

Costos y beneficios de la prevención

Los estudios globales indican que prevenir zoonosis resulta más económico que responder a brotes. La OMS calcula que invertir entre 10000 y 31000 millones de dólares anuales en medidas preventivas puede evitar pérdidas equivalentes a billones generadas por epidemias como el COVID‑19. En México, brotes de influenza aviar en 2012 y 2017 causaron pérdidas millonarias a granjas ponedoras y avícolas, además de alertas sanitarias internacionales que afectaron exportaciones.

Invertir en vigilancia epidemiológica, sanidad animal, bioseguridad y capacitación de manipuladores —desde ranchos hasta casas de carnitas— puede prevenir brotes que paralicen economías regionales, incrementen los costos en salud pública y deriven en pérdidas latentes por medidas restrictivas a la exportación.

Zoonosis emergentes y reemergentes

México se encuentra en una región geográfica propensa a zoonosis emergentes (nuevos patógenos) y reemergentes (patógenos previamente contenidos que resurgen). Latentes infecciones como la fiebre porcina clásica, influenza aviar A(H5N2)—responsable de altos índices de sacrificio en 1995, 1998 y 2012—y eventos recientes como brotes de síndrome respiratorio agudo severo en humanos, subrayan la necesidad de vigilancia y adaptabilidad constante.

Adicionalmente, algunas zoonosis transmitidas por vectores —como dengue, zika, chikungunya y fiebre del Nilo Occidental—, presentes en México por vectores como Aedes y Culex, subrayan la interconexión entre enfermedades humanas, fauna silvestre y producción pecuaria rural.

Retos y oportunidades específicas para México

Fragmentación institucional

A pesar de contar con servicios veterinarios y sanitarios, existe dispersión entre dependencias (SADER, IMSS, SSA), laboratorios, universidades y productores de distintos niveles. Integrar esfuerzos, generar plataformas nacionales de vigilancia y comunicación —como la cédula nacional de enfermedades zoonóticas— es esencial en línea con el enfoque One Health.

Infraestructura y formación técnica

Muchas regiones rurales carecen de laboratorios locales bien equipados o personal capacitado. Fortalecer redes de diagnóstico (CENAPA, laboratorios estatales agropecuarios) y capacitar a extensionistas y pequeños productores es fundamental para una respuesta ágil ante brotes.

Educación del consumidor y productor

El consumo tradicional de leche cruda y productos artesanales sin pasteurizar —como el queso fresco— representa riesgo. Implementar campañas educativas continuas, reforzar esquemas de certificación sanitaria y vigilancia reforzada en mercados públicos es vital.

Fortalecer regulación y bioseguridad

Aunque la NOM‑051, NOM‑062 y NOM‑027 establecen normas para la producción y venta, su aplicación es desigual en el territorio nacional. Capacitar a pequeños productores y vendedores para cumplir y mantener estándares de trazabilidad y control puede reducir significativamente el riesgo.

Vigilancia y respuesta temprana

Es fundamental que México establezca centros de respuesta rápida —coordinados entre SADER, SSA, IMSS, INSP— con protocolos claros para la detección, notificación y contención de zoonosis en granjas, centros de procesamiento y ferias pecuarias, incluyendo capacitación en bioseguridad y gestión de riesgos.

Un futuro más saludable para la pecuaria mexicana

Las zoonosis representan una amenaza permanente para la salud humana y la sustentabilidad del sector pecuario en México. Aunque desafiante, la adopción de un enfoque integral basado en prevención, coordinación multisectorial y refuerzo institucional, como el propuesto por la OMS y OPS, puede transformar esta realidad.

El futuro del sector pecuario depende de:

Fortalecer redes de monitoreo y diagnóstico: laboratorios certificados y sistema de alerta nacional.

Invertir en bioseguridad y vacunación: campañas dirigidas a pequeños y medianos productores.

Educar a productores y consumidores: riesgos de consumo de productos sin control sanitario.

Garantizar coordinación multisectorial: generación de políticas en salud humana, animal y ambiental.

Apostar por ciencia y tecnología: detección de patógenos emergentes y análisis de riesgos locales.

En un país donde la ganadería alimenta a millones y genera millones de empleos, prevenir zoonosis contribuye a la salud de la población, la seguridad alimentaria, el comercio exterior y la reputación sanitaria internacional. La clave está en transformar un desafío en una oportunidad: de protegernos desde el hato ganadero, garantizando que México avance hacia una producción más segura, sostenible e integrada bajo el paradigma de una plena salud.

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