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Limpieza y desinfección en el ordeño minimiza la mastitis bovina y maximiza calidad de la leche

La producción lechera saludable y rentable comienza con decisiones informadas, respaldadas por una adecuada asesoría veterinaria. Contar con el acompañamiento de un médico veterinario especializado en salud animal y calidad de leche es fundamental para establecer protocolos de higiene eficaces durante el ordeño.

Esta orientación permite identificar riesgos sanitarios, personalizar rutinas de limpieza y elegir los productos más apropiados para cada sistema de producción. Con una correcta implementación de estas medidas, es posible minimizar la aparición de mastitis y mejorar notablemente la calidad microbiológica y nutricional de la leche.

Importancia de la higiene en el ordeño

El momento del ordeño es crítico porque las ubres y pezones están expuestos y vulnerables a la entrada de microorganismos. La limpieza y desinfección, tanto del equipo como de los pezones antes y después del ordeño, actúan como la primera barrera contra las bacterias causantes de mastitis, como Staphylococcus aureus, Streptococcus agalactiae y Escherichia coli.

Una rutina de higiene adecuada previene la contaminación cruzada entre vacas, reduce la carga microbiana en el equipo de ordeño y limita la presencia de residuos en la leche. Además, mejora la eficiencia del ordeño y prolonga la vida útil del equipo.

Procedimientos clave antes del ordeño

El primer paso en una rutina de ordeño higiénica es el lavado de las ubres y pezones, eliminando la suciedad visible, el estiércol y los restos de cama. Se recomienda el uso de agua limpia tibia, toallas individuales para cada vaca y un enjuague posterior si se utiliza jabón. El secado completo es crucial, ya que la humedad favorece la proliferación de bacterias.

A continuación, se aplica un pre-dipping, que consiste en sumergir los pezones en una solución desinfectante aprobada (yodada, clorada o basada en ácido láctico, por ejemplo). Se deja actuar por al menos 30 segundos y luego se seca con una toalla desechable o individual para evitar la diseminación de gérmenes. Este procedimiento reduce drásticamente la carga bacteriana superficial, previniendo infecciones durante el ordeño.

También es recomendable realizar el ordeño manual de los primeros chorros de leche, conocidos como forestripping, para observar signos de mastitis como grumos, cambios de color o textura anormal. Esta práctica permite detectar a tiempo los casos clínicos y evita que esa leche contaminada entre en contacto con el sistema de ordeño.

Limpieza del equipo de ordeño

El equipo de ordeño es un punto crítico de control. Si no se limpia correctamente, se convierte en un vector de transmisión de bacterias. Después de cada sesión de ordeño, debe realizarse una limpieza meticulosa en tres etapas: enjuague con agua tibia para remover residuos lácteos, lavado con detergentes alcalinos o ácidos según la rutina establecida, y un enjuague final con agua potable limpia. Al menos una vez al día, se debe realizar una desinfección profunda.

El uso de productos específicos para limpieza CIP (clean-in-place) y el mantenimiento regular de juntas, tubos y gomas también es indispensable para asegurar la higiene interna del sistema.

Prácticas posteriores al ordeño

El post-dipping es una de las prácticas más eficaces para prevenir la mastitis contagiosa. Después del ordeño, los conductos del pezón permanecen abiertos por aproximadamente 30 minutos, lo que facilita la entrada de patógenos. El baño desinfectante posterior cierra esa ventana de vulnerabilidad al formar una película protectora sobre el pezón.

Además, es recomendable mantener a las vacas de pie entre 20 y 30 minutos después del ordeño, ofreciéndoles alimento para evitar que se acuesten inmediatamente, lo cual reduciría el riesgo de que agentes patógenos entren al pezón desde la cama o el suelo.

Control y monitoreo constantes

Una correcta limpieza y desinfección no solo es cuestión de rutina, sino también de control. Es esencial registrar las tasas de mastitis clínica y subclínica, analizando los recuentos celulares somáticos (RCS) de la leche, que indican la salud mamaria de las vacas. Valores elevados pueden señalar fallos en las prácticas de higiene.

Del mismo modo, es importante capacitar al personal en técnicas correctas de ordeño, uso de productos sanitarios y mantenimiento del equipo. La educación continua es clave para mantener estándares elevados de calidad y salud.

Beneficios en la calidad de la leche

La higiene adecuada no solo protege a las vacas, sino que también mejora las propiedades organolépticas y sanitarias de la leche. La leche obtenida en condiciones limpias tiene menor contenido de bacterias, lo que se traduce en mejor sabor, mayor durabilidad y cumplimiento con los estándares regulatorios. Esto permite obtener mejores precios en el mercado, ya sea por calidad bonificada o acceso a industrias más exigentes.

Además, una leche libre de patógenos reduce el riesgo de enfermedades zoonóticas y asegura la inocuidad del producto final para los consumidores.

Implementar prácticas de limpieza y desinfección correctas durante el ordeño es fundamental para prevenir la mastitis y asegurar una leche de excelente calidad. No obstante, estos procedimientos alcanzan su máxima eficacia cuando se aplican bajo la asesoría veterinaria adecuada, que permite adaptar las estrategias de higiene a las condiciones particulares de cada establo y detectar problemas antes de que se agraven. El acompañamiento técnico no solo mejora la sanidad del hato, sino que representa una inversión clave para una producción lechera más rentable, sostenible y saludable.

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