Las variaciones térmicas en el ambiente, especialmente aquellas relacionadas con el cambio climático y los fenómenos meteorológicos extremos, tienen un impacto directo sobre la salud, productividad y bienestar de los animales de granja.

Estas alteraciones no solo afectan la temperatura ambiente, sino también la humedad relativa, la radiación solar y la calidad del aire, factores que, combinados, influyen en el comportamiento y el metabolismo de las especies domésticas. En este artículo se abordan los efectos que tienen las fluctuaciones térmicas sobre los animales de granja, y se subraya la importancia de contar con asesoría veterinaria para mitigar los riesgos y garantizar una producción agropecuaria sustentable.
El estrés térmico y su impacto fisiológico
El principal problema que enfrentan los animales de granja ante las variaciones de temperatura es el estrés térmico. Este fenómeno ocurre cuando un animal no puede mantener su temperatura corporal dentro de un rango fisiológicamente seguro debido a un ambiente extremadamente caluroso o frío. Por ejemplo, en épocas de calor intenso, especies como el ganado bovino, porcino y aves de corral pueden sufrir golpes de calor, deshidratación y disminución en el consumo de alimento, lo que impacta negativamente en la ganancia de peso, la producción de leche y huevos, y la fertilidad.
En el caso de las bajas temperaturas, los animales enfrentan el reto de mantener el calor corporal. Para ello, deben consumir más energía, lo que reduce su eficiencia alimentaria y puede provocar pérdida de peso. Las crías son particularmente vulnerables al frío, ya que aún no regulan eficientemente su temperatura interna. En condiciones extremas, puede haber mortandad si no se toman medidas de protección adecuadas.
Cambios de comportamiento ante las variaciones térmicas
Las alteraciones del clima también modifican el comportamiento animal. Durante las olas de calor, los animales tienden a disminuir su actividad, buscar sombra, reducir el consumo de alimento y aumentar la frecuencia de bebida de agua. Esto puede alterar los ciclos de alimentación y apareamiento. En condiciones frías, algunos animales pueden agruparse en busca de calor, lo que eleva el riesgo de enfermedades contagiosas si no se mantiene una buena ventilación y limpieza.
Además, el estrés térmico prolongado puede generar un aumento en la agresividad, reducción de la inmunidad y mayor susceptibilidad a enfermedades infecciosas, sobre todo respiratorias y digestivas. Por tanto, los cambios de temperatura no solo afectan al cuerpo, sino también al comportamiento y la convivencia entre individuos de una misma especie.
Efectos productivos: menos rendimiento, mayor riesgo
Desde una perspectiva productiva, las variaciones térmicas se traducen en pérdidas económicas. Por ejemplo, en aves de corral, una temperatura ambiental inadecuada puede reducir drásticamente la postura de huevos y deteriorar la calidad de la cáscara. En el ganado bovino, el calor excesivo reduce la producción de leche hasta en un 25%, mientras que en los cerdos, puede generar una menor tasa de crecimiento y bajo peso al sacrificio.
Las granjas que no están adaptadas a enfrentar estas variaciones tienden a registrar mayores índices de morbilidad y mortalidad animal, lo cual representa un serio riesgo para la seguridad alimentaria, además de afectar el bienestar animal y la rentabilidad de los pequeños y medianos productores.
Importancia de la adaptación en las instalaciones
Ante este panorama, se vuelve urgente mejorar las condiciones de las instalaciones pecuarias. Es fundamental contar con sistemas de ventilación adecuados, zonas de sombra, acceso constante a agua fresca y una correcta planificación del manejo de los animales durante los días más calurosos o fríos. En regiones con climas extremos, es recomendable utilizar materiales térmicos en los techos, techumbres inclinadas para el control de la radiación solar y sistemas de aspersión o nebulización en corrales y establos.
Además, el diseño del alojamiento debe permitir el flujo natural de aire y evitar hacinamientos. La densidad animal también debe ajustarse según la estación del año y el tipo de especie, evitando concentraciones excesivas que favorezcan el estrés y la propagación de enfermedades.
La asesoría veterinaria como herramienta clave
Contar con asesoría veterinaria profesional no es solo una recomendación, sino una necesidad frente al panorama de inestabilidad climática. El veterinario puede ayudar a detectar signos tempranos de estrés térmico, recomendar estrategias nutricionales adaptadas a cada estación y sugerir ajustes en el manejo y el calendario de reproducción. En zonas donde las variaciones térmicas son muy marcadas, se puede recurrir a razas adaptadas al clima local, o implementar programas de aclimatación progresiva.
La vigilancia continua de los signos vitales, el consumo de alimento, el comportamiento y la condición corporal de los animales es esencial para prevenir crisis sanitarias. Además, los veterinarios pueden asesorar en programas de vacunación y desparasitación adecuados al contexto ambiental, ayudando a reducir la incidencia de enfermedades relacionadas con cambios bruscos de temperatura.
Una producción sustentable frente al cambio climático
El cambio climático ha dejado de ser un escenario futuro para convertirse en una realidad cotidiana que desafía los modelos tradicionales de producción agropecuaria. Las granjas deben adaptarse no solo para seguir siendo viables, sino también para garantizar el bienestar de los animales y la calidad de los productos de origen animal. Invertir en infraestructura térmicamente eficiente, capacitar al personal en el reconocimiento del estrés térmico y mantener una colaboración constante con profesionales veterinarios son pasos esenciales hacia una producción resiliente.
En última instancia, las variaciones térmicas en el ambiente afectan profundamente a los animales de granja, comprometiendo su salud, comportamiento y rendimiento productivo. La prevención y el manejo adecuado de estas condiciones, a través de la asesoría técnica especializada y la adaptación de los espacios, son la mejor defensa para mantener el equilibrio entre la productividad y el respeto al bienestar animal en un entorno climático cada vez más desafiante.
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