En lo que se refiere al adiestramiento canino, el principal reto consiste en transmitir al animal nuestras intenciones precisas, haciéndole ver que está realizando cosas incorrectas y sobre todo hallar el modo adecuado de corregir al perro cuando no este actuando como es debido. Y si bien es posible hallar diferentes estrategias de adiestramiento para los perros, la verdad es que casi todas ellas resultan aprovechables para el objetivo de llamar la atención de nuestra mascota, pero sin que eso implique lastimar física o psicológicamente al animal.
En lo que sigue comentaremos acerca de algunas técnicas de adiestramiento. De entrada, cabe señalar algo importante: cualquiera de estos procedimientos de adiestramiento canino depende en su eficacia del buen juicio del propietario del can. Resulta infructuoso dedicarle mucho tiempo al entrenamiento con el perro, más allá de la edad que este tenga, si no se actúa en el adiestramiento como es conducente.
La relación acto-reprimenda en los perros
Por ejemplo, una de las equivocaciones principales al momento de entrenar a un perro es regañarlo o corregirlo con demasiada severidad cuando no hay motivo para ello. Si se piensa llamar la atención del perro debe hacerse cuando el animal está cometiendo el acto punitivo, pero no antes de realizarlo o después de que esto haya acontecido.
Hay que tomar en cuenta que los perros no cuentan con la capacidad de vincular un acontecimiento del pasado con algo que haya pasado en el presente. Por ello, es importante que la llamada de atención se realice justo en el momento en el que el animal se está portando mal o está mordiendo algo que no debe.
La técnica del toque o "mordida"
Una de las estrategias más utilizadas por los expertos en adiestramiento canino es la denominada como la “mordida” o “toque”. Consiste en centrar la acción punitiva en señalarle al perro que está actuando de manera incorrecta por medio del mencionado toque o contacto físico. De nueva cuenta, debemos reiterar que no se debe lastimar a nuestra mascota procediendo al regaño. La agresión jamás podrá ser considerada como una vía de adiestramiento, sino como un acto reprobable al cien por ciento.
Cuando se corrige a un perro, de acuerdo con la técnica mencionada, hay dos alternativas recomendables. Una de ellas consiste en hacer un sonido abrupto y corto en cada ocasión que el perro se esté portando incorrectamente. También se puede emitir un sonido con los labios como el que se realiza para solicitar silencio: “¡¡Shhh!!”, o bien un rotundo “¡¡no!!”.
Ese sonido debe ir acompañado de un tirón de la correa que sea leve, que no dañe al perro, pero que si le haga tomar atención acerca de su error. Una variación de lo anterior es aplicar la “mordida” mencionada, a la vez que se emite el sonido correctivo. De lo que hablamos es de poner la mano recta sobre el perro y empujarlo de manera breve, pero sin causarle daño a nuestra mascota. Solo debe ser una acción física que aumente el sentido del sonido correctivo, para que el perro capte que no debe actuar de ese modo inadecuado.
Corregir con tranquilidad, respeto y cariño
Técnicas de adiestramiento antes mencionadas son más aprovechables en los perros adultos, esto es, de una edad mayor al año, ya que en los perros más jóvenes hay que tener una dosis de paciencia mucho mayor. La verdad es que con la mayoría de los perros domésticos basta con un sencillo “¡¡no!!” para que dejen de actuar de modo incorrecto, sin que sea necesario aplicar el tirón de correa o la mencionada “mordida”.
Tal vez sea más importante la actitud del entrenador o adiestrador que la del propio can. Y es que para corregir a un perro es preciso mantener la calma en todo momento. Ponerse agresivo o nervioso, carecer de la necesaria paciencia o tolerancia, es lo peor que puede hacerse para avanzar en la tarea de corregir a nuestra mascota.
Lo que sucede es que el perro capta ese nerviosismo y se contagia del mismo, propiciando que comenta más equivocaciones. De modo que el estado de ánimo del entrenador también es fundamental para conseguir una buena educación en el perro. Hay que aplicar el correctivo de modo firme pero respetuoso, con seguridad, pero con la suficiente tolerancia para llevar a buen puerto la acción punitiva.
No hay que regañar o tratar de corregir a nuestro perro si estamos de mal humor, o con tristeza por algún otro asunto. El perro captará ese malestar y no actuará como se espera de él, así como tampoco aprenderá la lección que se le quiere enseñar.
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