
La producción lechera depende en gran medida de la salud de las vacas, y dentro de este aspecto, el cuidado de las ubres juega un papel crucial. Las ubres sanas garantizan un mayor rendimiento, mejor calidad de la leche y una reducción significativa en las pérdidas económicas que generan las enfermedades.
Una de las patologías más comunes y costosas es la mastitis, una inflamación de la glándula mamaria generalmente causada por bacterias, aunque existen otras enfermedades que también pueden afectar el tejido mamario. La prevención es la herramienta más eficaz para proteger al ganado, y requiere un manejo integral que abarque desde la higiene hasta la nutrición y la atención veterinaria.
Importancia de la salud de las ubres
Las ubres son órganos delicados y vitales, responsables de la producción y almacenamiento de la leche. Cualquier infección o inflamación puede afectar no solo la cantidad producida, sino también la calidad. La presencia de microorganismos en la leche puede causar altos conteos de células somáticas, disminuir el valor comercial del producto y poner en riesgo la inocuidad para el consumo humano. Además, las enfermedades en las ubres provocan dolor y malestar en los animales, reduciendo su bienestar y productividad.
Un programa preventivo bien diseñado disminuye la incidencia de mastitis clínica y subclínica, prolonga la vida útil de las vacas y mejora la rentabilidad del hato. Por ello, los productores deben considerar la prevención como una inversión y no como un gasto.
Higiene en el ordeño
La limpieza es el primer paso en la prevención. Antes de iniciar el ordeño, es fundamental lavar las manos, utilizar guantes limpios y asegurarse de que los equipos estén desinfectados. Los pezones deben limpiarse con toallas individuales o papel desechable, evitando el uso de paños compartidos que pueden transmitir bacterias de una vaca a otra. El uso de desinfectantes específicos para el pre-dipping ayuda a reducir la carga bacteriana en la piel de los pezones antes de conectar las pezoneras.
Después del ordeño, aplicar un sellador o desinfectante de pezones (post-dipping) es esencial, ya que en este momento los conductos del pezón permanecen abiertos y más vulnerables a la entrada de microorganismos. Este sencillo procedimiento disminuye drásticamente la aparición de mastitis contagiosa.
Mantenimiento del equipo de ordeño
El ordeño mecánico puede convertirse en una fuente de infección si no se mantiene adecuadamente. Es importante revisar periódicamente el funcionamiento de la bomba de vacío, las pezoneras y el sistema de pulsación. El desgaste de las pezoneras debe controlarse, ya que su deterioro puede dañar el esfínter del pezón y facilitar la entrada de bacterias. Además, la limpieza del sistema de tuberías con productos adecuados garantiza que no queden residuos de leche que sirvan de alimento a microorganismos patógenos.
Manejo del ambiente
El entorno en el que viven las vacas influye directamente en la salud de sus ubres. Los establos y corrales deben mantenerse secos, con buena ventilación y camas limpias. La humedad, el estiércol y la acumulación de suciedad crean condiciones ideales para el crecimiento bacteriano. El cambio frecuente de la cama, ya sea de paja, arena u otro material, es clave para reducir el riesgo de mastitis ambiental.
Asimismo, es recomendable evitar el hacinamiento, ya que aumenta el contacto entre animales y, por tanto, la probabilidad de contagio. El acceso al pastoreo en buenas condiciones también contribuye a mejorar la salud general y el bienestar de las vacas.
Nutrición y sistema inmunológico
Una alimentación balanceada fortalece el sistema inmunológico y ayuda a las vacas a resistir infecciones. Minerales como el selenio y el zinc, junto con vitaminas como la E, desempeñan un papel esencial en la protección de la glándula mamaria. La falta de estos nutrientes puede predisponer a las vacas a sufrir mastitis recurrentes.
El agua limpia y fresca debe estar siempre disponible, ya que la hidratación adecuada también incide en la calidad de la leche y en la salud general. Además, es importante monitorear el estado corporal de las vacas, pues tanto el exceso como la deficiencia de condición corporal pueden afectar la inmunidad.
Control en el periodo de secado
El periodo de secado es una etapa crítica en la prevención de enfermedades de la ubre. Durante este tiempo, las vacas son más susceptibles a infecciones debido a los cambios fisiológicos en la glándula mamaria. La aplicación de antibióticos de secado bajo control veterinario y el uso de selladores internos ayudan a reducir la incidencia de nuevas infecciones y a curar posibles mastitis subclínicas.
Mantener a las vacas secas en ambientes limpios y con baja exposición a bacterias es fundamental durante esta fase. Un mal manejo en este periodo puede repercutir negativamente en la producción de la siguiente lactancia.
Monitoreo y diagnóstico temprano
La observación constante es clave. Los ordeñadores deben estar capacitados para detectar signos tempranos de mastitis, como inflamación, enrojecimiento o cambios en la leche. El uso de pruebas de mastitis subclínica, como el California Mastitis Test (CMT), permite identificar animales infectados antes de que presenten síntomas evidentes. Separar y tratar a las vacas enfermas ayuda a evitar la propagación de bacterias al resto del hato.
Rol del veterinario
La asesoría veterinaria es indispensable en la prevención y el control de enfermedades en las ubres. Un plan sanitario bien estructurado debe incluir la vacunación contra agentes específicos, el diseño de protocolos de ordeño, la capacitación del personal y el seguimiento de la salud de los animales. El veterinario también puede recomendar tratamientos adecuados y controlar el uso responsable de antibióticos, evitando la resistencia bacteriana y los residuos en la leche.
La prevención de enfermedades en las ubres de las vacas lecheras requiere un enfoque integral que combine higiene, buen manejo, nutrición adecuada y supervisión veterinaria. Cada medida preventiva contribuye a reducir la incidencia de mastitis y otras afecciones mamarias, asegurando una mayor productividad, bienestar animal y calidad de la leche. Los productores que invierten en prevención no solo protegen su hato, sino que también fortalecen la rentabilidad y sostenibilidad de su explotación lechera.