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Afectaciones por ruido intenso en animales de cría

El ruido intenso es un factor ambiental que con frecuencia pasa desapercibido en las granjas, establos o criaderos, pese a que puede tener graves consecuencias sobre la salud, el comportamiento y la productividad de los animales.

En los últimos años, diversos estudios han demostrado que el sonido excesivo —ya sea producido por maquinaria agrícola, vehículos, construcción, música alta o incluso por tormentas y explosiones— genera estrés y altera múltiples funciones fisiológicas en especies como vacas, cerdos, aves, ovejas y caballos. Este fenómeno, conocido como estrés acústico, constituye un problema silencioso pero constante en la producción animal moderna.

Percepción del sonido y reacciones de alarma

El oído de los animales de cría suele ser mucho más sensible que el del ser humano. Por ejemplo, los bovinos y los porcinos pueden percibir frecuencias más altas y a mayor distancia, lo que significa que un ruido que para las personas resulta tolerable puede ser doloroso o perturbador para ellos. Cuando los niveles de sonido superan los 80 decibelios —equivalente al ruido de una carretera transitada—, muchos animales muestran signos de alarma: movimientos nerviosos, vocalizaciones, respiración agitada o intentos de huida. En contextos industriales o rurales, donde las máquinas pueden alcanzar entre 90 y 110 decibelios, estas reacciones son frecuentes y sostenidas, lo que repercute directamente en el bienestar animal.

Uno de los principales efectos del ruido intenso es el aumento de los niveles de cortisol, la hormona del estrés. En bovinos, por ejemplo, se ha observado que la exposición continua a sonidos fuertes genera un incremento en la frecuencia cardíaca y una reducción en la producción de leche. El estrés crónico también afecta la digestión, disminuye la eficiencia alimentaria y debilita el sistema inmunológico, haciendo que los animales sean más susceptibles a enfermedades. En las vacas lecheras, un ambiente ruidoso puede provocar disminución de hasta un 20 % en la producción, ya que el proceso de ordeño requiere calma para la liberación adecuada de oxitocina, la hormona que permite la salida de la leche.

Consecuencias del ruido en los cerdos: estrés y agresividad

En los cerdos, las consecuencias son igualmente notorias. Los lechones recién nacidos pueden sufrir sobresaltos por ruidos repentinos, lo que aumenta el riesgo de aplastamiento accidental por parte de la madre, que se sobresalta o se mueve bruscamente. Los cerdos adultos, por su parte, muestran comportamientos agresivos cuando están expuestos de manera prolongada a ambientes ruidosos, lo que incrementa las peleas dentro del grupo y causa lesiones que afectan la calidad de la carne. Además, las cerdas gestantes sometidas a ruido constante pueden presentar abortos espontáneos o camadas más pequeñas debido a la alteración hormonal que provoca el estrés.

En el caso de las aves de corral, la sensibilidad acústica es aún más pronunciada. Las gallinas y pollos reaccionan de forma inmediata ante los ruidos repentinos con movimientos de escape y desorganización del grupo. Estas respuestas, repetidas con frecuencia, provocan un alto consumo energético, pérdida de peso y una disminución de la puesta de huevos. En criaderos industriales, donde los ventiladores, las líneas de alimentación y los sistemas automáticos generan un ruido continuo, el manejo del sonido se convierte en una prioridad para evitar que las aves desarrollen comportamientos anormales como el picoteo entre compañeras o el canibalismo.

Caballos y estrés auditivo: un riesgo de accidentes

Los caballos también son particularmente vulnerables al ruido intenso. Debido a su naturaleza nerviosa y a su aguda percepción auditiva, los sonidos inesperados pueden causar pánico y accidentes. En centros ecuestres o establos cercanos a carreteras o aeropuertos, los caballos pueden volverse más inquietos, difíciles de entrenar y propensos a lesiones musculares o fracturas provocadas por reacciones de huida. En yeguas preñadas, el estrés auditivo puede provocar alteraciones en la gestación o reducir la calidad del calostro, afectando la inmunidad del potrillo recién nacido.

Impacto económico y productivo del ruido excesivo

Más allá de las consecuencias fisiológicas y conductuales, el ruido tiene un impacto económico directo sobre la producción animal. La pérdida de peso, la menor producción de leche o huevos, y el aumento en los gastos veterinarios se traducen en menores ingresos para los productores. Además, los animales estresados tienen una carne de menor calidad, con alteraciones en el pH y una textura más dura o menos apetecible, lo que reduce su valor comercial. En este sentido, controlar el ambiente sonoro en las instalaciones no solo mejora el bienestar animal, sino que también representa una inversión rentable.

Medidas para mitigar el estrés acústico en las granjas

Para mitigar estas afectaciones, se recomienda aplicar medidas de manejo acústico en las explotaciones ganaderas. Una de las estrategias más efectivas es reducir el uso de maquinaria ruidosa cerca de los animales y programar las labores más intensas en horarios donde su presencia sea menor. También se puede instalar material aislante en paredes y techos de establos, como paneles de goma, fibra o madera, que absorben parte del sonido. En las zonas donde la fuente de ruido es externa, como carreteras o aeródromos, pueden colocarse barreras naturales —árboles o setos— que disminuyan la propagación del sonido.

Importancia del manejo tranquilo y la sensibilización del personal

Otra medida esencial es la sensibilización del personal que trabaja con los animales. Los gritos, golpes metálicos o portazos pueden parecer triviales, pero repetidos a lo largo del día generan un ambiente de tensión constante. Un manejo tranquilo, con movimientos suaves y voces calmadas, reduce la ansiedad de los animales y mejora su respuesta fisiológica y productiva. En explotaciones avícolas, por ejemplo, se ha comprobado que las aves manejadas con menor ruido tienen un comportamiento más estable y alcanzan un mejor índice de conversión alimenticia.

Bienestar animal y sostenibilidad en la producción

Finalmente, es importante destacar que el bienestar animal está estrechamente vinculado al bienestar humano. Un entorno más silencioso y controlado favorece no solo a los animales, sino también a los trabajadores, que experimentan menos estrés y fatiga. El ruido excesivo en el campo, aunque no siempre visible, constituye una forma de contaminación ambiental que compromete la sostenibilidad y la ética de la producción ganadera.

Por ello, reconocer las afectaciones por ruido intenso en los animales de cría y adoptar medidas preventivas es una tarea fundamental para avanzar hacia una ganadería más humana, saludable y productiva. El respeto al entorno sonoro no es un lujo, sino una necesidad que garantiza el equilibrio entre la productividad y el bienestar de todas las formas de vida que conviven en el ámbito rural.

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