
En el ámbito de la producción pecuaria, la salud animal es un pilar fundamental para garantizar la rentabilidad, la calidad de los productos y el bienestar de los animales. Entre las prácticas más importantes se encuentran la vacunación y la desparasitación, dos medidas preventivas que ayudan a controlar enfermedades, minimizar pérdidas económicas y mantener estándares sanitarios que favorecen tanto al productor como al consumidor final.
La correcta implementación de programas de vacunación y desparasitación en criaderos pecuarios no solo fortalece la sanidad del hato, sino que es una exigencia para insertarse de manera competitiva en los mercados nacionales e internacionales.
La importancia de la sanidad preventiva
Las enfermedades infecciosas y parasitarias representan una de las principales amenazas para los criaderos pecuarios, ya que afectan directamente la productividad mediante la disminución del crecimiento, la calidad de la carne, la leche o los huevos, e incluso provocan la muerte prematura de los animales. Ante este panorama, los programas preventivos permiten mantener a raya estas amenazas mediante la inmunización y el control oportuno de los parásitos internos y externos.
Además, una buena salud animal tiene repercusiones directas en la salud pública, sobre todo cuando se considera el riesgo de enfermedades zoonóticas, es decir, aquellas que pueden transmitirse de animales a humanos. Por ello, las normativas sanitarias de muchos países exigen que los criaderos implementen esquemas rigurosos y documentados de vacunación y desparasitación para garantizar la inocuidad de los productos pecuarios.
Diagnóstico y planificación sanitaria
El primer paso para implementar un programa exitoso de vacunación y desparasitación es realizar un diagnóstico integral del criadero. Esto implica evaluar la situación sanitaria de los animales, identificar los patógenos más comunes en la región y considerar el historial de enfermedades en la unidad de producción. También es fundamental establecer una relación cercana con un médico veterinario zootecnista, quien orientará en la selección de los biológicos y antiparasitarios más adecuados, según la especie, edad, sistema de producción y zona geográfica.
A partir del diagnóstico, se diseña un calendario sanitario que contemple todas las etapas de producción: cría, desarrollo, engorda y reproducción. Este plan debe detallar las fechas de aplicación, las dosis recomendadas, las vías de administración y las marcas comerciales de los productos utilizados. La constancia y la disciplina en la aplicación del programa son esenciales para que las medidas preventivas surtan efecto.
Programas de vacunación
El calendario de vacunación varía según la especie pecuaria, pero en términos generales, contempla la inmunización contra las principales enfermedades bacterianas, virales y clostridiales que afectan a bovinos, porcinos, ovinos, caprinos y aves. Algunas de las vacunas más comunes incluyen las que previenen fiebre aftosa, brucelosis, rabia, leptospirosis, enfermedad respiratoria bovina, parvovirosis porcina, enfermedad de Newcastle y bronquitis infecciosa aviar, entre otras.
Las vacunas son biológicos que deben conservarse y aplicarse bajo condiciones muy estrictas para garantizar su eficacia. El manejo adecuado de la cadena de frío, la correcta reconstitución de las vacunas liofilizadas y el uso de material estéril son aspectos imprescindibles. Además, se debe respetar el tiempo de retiro indicado para asegurar que no queden residuos en la carne, la leche o los huevos.
Vacunar no es únicamente una práctica preventiva; es una inversión a mediano y largo plazo que fortalece la inmunidad del hato y reduce la dependencia de tratamientos curativos, los cuales suelen ser más costosos y menos efectivos una vez que la enfermedad ha hecho estragos.
Control de parásitos
La desparasitación, tanto interna como externa, es otro componente clave del manejo sanitario en los criaderos. Los parásitos gastrointestinales, pulmonares, hepáticos y cutáneos afectan el desarrollo de los animales, provocan anemias, lesiones internas, disminuyen la eficiencia alimenticia y predisponen a infecciones secundarias. Por su parte, los ectoparásitos como garrapatas, piojos, moscas y ácaros deterioran la piel, disminuyen la calidad del cuero, transmiten enfermedades y afectan el bienestar animal.
El programa de desparasitación debe contemplar el tipo de antiparasitario más efectivo para cada caso: benzimidazoles, lactonas macrocíclicas, levamisoles o combinaciones de estos. En animales de producción intensiva, la rotación de principios activos es una estrategia eficaz para evitar la resistencia parasitaria. Asimismo, es recomendable realizar análisis coproparasitoscópicos periódicos para evaluar la efectividad del tratamiento y ajustar las dosis si es necesario.
No debe perderse de vista que el control de parásitos también implica medidas complementarias como la limpieza y desinfección de corrales, el manejo adecuado de estiércol, la rotación de potreros y la correcta disposición de residuos. Estas acciones reducen la carga ambiental de huevos y larvas parasitarias, evitando la reinfestación constante.
Beneficios integrales para el criadero
Un programa sanitario bien implementado contribuye a mejorar todos los indicadores productivos de un criadero: aumento del peso al destete, mejores conversiones alimenticias, incremento de la fertilidad, menor mortalidad y mayor longevidad de los animales. Todo ello se traduce en mejores ingresos para el productor, mayor estabilidad del negocio y la posibilidad de acceder a mercados más exigentes que valoran la trazabilidad y la sanidad como parte de la calidad de los productos pecuarios.
Además, al reducir la incidencia de enfermedades, se disminuye la necesidad de antibióticos y otros medicamentos, lo que favorece las buenas prácticas pecuarias y responde a las tendencias actuales que buscan minimizar el uso indiscriminado de fármacos en la producción de alimentos de origen animal.
La asesoría profesional, un factor decisivo
Finalmente, es importante subrayar que ningún programa sanitario debe improvisarse. Contar con la asesoría permanente de un veterinario especializado es fundamental para evitar errores de manejo, sobredosificaciones, interacciones medicamentosas o la aplicación de productos inadecuados. El profesional no solo proporciona conocimientos técnicos, sino que también ayuda a mantener los registros sanitarios actualizados, requisito indispensable para muchas certificaciones y auditorías.
La implementación de programas de vacunación y desparasitación en criaderos pecuarios es, en síntesis, una práctica que refuerza la bioseguridad, protege la salud animal y humana, y potencia la competitividad del sector agropecuario. En un mundo cada vez más consciente de la calidad e inocuidad de los alimentos, este tipo de estrategias no son opcionales: son indispensables.