La sanidad animal es un tema que requiere de atención constante y especializada. Tanto si se trata de animales de granja como de fauna silvestre, la posibilidad de que ciertas enfermedades se propaguen más allá de sus áreas de origen es un riesgo latente que puede tener consecuencias devastadoras para el medio ambiente, la economía y, en ocasiones, la salud humana.

Por ello, es imprescindible entender que, ante cualquier señal de alerta, lo más sensato es consultar a un veterinario, pues sólo este profesional cuenta con las herramientas, el conocimiento y la experiencia necesarios para asesorarnos de manera adecuada. Además de las acciones preventivas que se pueden implementar en los espacios donde se crían o mantienen animales, la intervención veterinaria es el primer paso para controlar cualquier brote antes de que se convierta en un problema mayor.
Enfermedades emergentes que afectan a la fauna y la producción animal
En los últimos años, enfermedades como la influenza aviar de alta patogenicidad y la peste porcina africana han extendido sus fronteras naturales hacia regiones donde antes no se habían presentado. La expansión de estos padecimientos no es un hecho fortuito ni aislado.
Factores como el cambio climático, el comercio internacional de animales, las migraciones de fauna silvestre y el descuido en las medidas básicas de bioseguridad han propiciado que los brotes sean cada vez más frecuentes y severos. En el caso de la influenza aviar, por ejemplo, se han reportado brotes que han afectado no solo a aves de corral, sino también a aves silvestres y mamíferos, comprometiendo la estabilidad de ecosistemas completos.
La peste porcina africana, por su parte, continúa siendo una amenaza sin vacuna disponible, lo que exige medidas preventivas rigurosas para evitar su propagación.
La bioseguridad como estrategia preventiva
La bioseguridad es el conjunto de prácticas destinadas a impedir la introducción y la diseminación de agentes patógenos. Es un concepto que aplica tanto para pequeñas granjas como para explotaciones de gran escala e incluso para quienes conviven de manera cotidiana con animales.
Implementar medidas de bioseguridad implica cuidar detalles como la separación física entre animales domésticos y fauna silvestre, mantener los espacios limpios y desinfectados, restringir el acceso a las instalaciones y asegurarse de que cualquier vehículo, herramienta, prenda o calzado que haya tenido contacto con otros animales sea desinfectado antes de entrar en contacto con nuevos ejemplares.
Sin embargo, estas prácticas no sustituyen la necesidad de una supervisión profesional. Consultar al veterinario es la vía más segura para recibir orientación sobre las medidas adecuadas para cada tipo de explotación o convivencia con animales.
La vigilancia y el manejo responsable de los animales
Además de la bioseguridad en las instalaciones, es importante prestar especial atención a la movilización de animales. Separar aquellos que provienen de diferentes lugares, observar su comportamiento y salud antes de integrarlos a otros grupos y respetar los protocolos de cuarentena en caso de duda es una estrategia clave para prevenir contagios.
La vigilancia continua es otro elemento que no debe subestimarse. La observación diaria permite detectar signos tempranos como cambios en el apetito, dificultad respiratoria, diarreas, letargia o muertes inusuales. Ante cualquier sospecha, la consulta veterinaria permite confirmar diagnósticos, identificar la causa exacta del problema y determinar el tratamiento y las medidas necesarias para evitar la diseminación del agente patógeno.
El rol fundamental del veterinario en la prevención de enfermedades
El papel del veterinario en la prevención y control de enfermedades va mucho más allá de la atención individual a un animal enfermo. Estos profesionales están capacitados para diseñar planes completos de bioseguridad, ajustados a las características específicas de cada región, especie y sistema productivo.
Además, pueden capacitar al personal que trabaja con animales para que sepan cómo identificar de manera oportuna los riesgos y actuar con prontitud. También son los encargados de coordinar acciones con las autoridades sanitarias y organismos internacionales como la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) para contribuir a la transparencia y a las respuestas conjuntas frente a brotes de alto riesgo.
Una salud: bienestar animal, humano y ambiental
El enfoque de “Una Salud”, ampliamente promovido por las organizaciones internacionales, destaca que la salud animal, la salud humana y la del medio ambiente están profundamente interrelacionadas.
Controlar enfermedades en animales no solo protege a estos seres vivos, sino que previene la aparición de zoonosis, enfermedades que pueden transmitirse a las personas, y garantiza la seguridad alimentaria y la estabilidad económica de las comunidades. Por ello, es fundamental entender que cuidar de la salud de los animales es una responsabilidad compartida que comienza en las granjas, los hogares y los espacios donde convivimos con ellos, pero que debe apoyarse siempre en el conocimiento del veterinario.
Casos recientes que demuestran la importancia de la bioseguridad
Diversos casos recientes demuestran la eficacia de las medidas preventivas cuando se aplican correctamente. La influenza aviar, por ejemplo, ha sido contenida en algunos países gracias a la combinación de vigilancia activa, bioseguridad y vacunación selectiva. Estos esfuerzos han permitido reducir brotes sin comprometer el comercio internacional.
En el caso de la peste porcina africana, los países afectados han implementado estrategias que incluyen la vigilancia en animales silvestres y domésticos, el aislamiento de zonas de producción, el control de fauna salvaje y la difusión de información clara y accesible a quienes trabajan en contacto con cerdos. Estas medidas no serían posibles sin la guía constante de los veterinarios, quienes han sabido adaptarse a los desafíos que cada contexto presenta.
La vacunación y la asesoría profesional como aliados
El veterinario también es quien puede determinar cuándo y cómo recurrir a la vacunación, siempre como complemento de otras medidas y no como única estrategia de control. A través de diagnósticos precisos, pruebas de laboratorio, recomendaciones de tratamientos o, en su caso, la gestión de cuarentenas y sacrificios sanitarios, el veterinario es el eslabón que conecta las necesidades individuales de cada productor o cuidador de animales con las políticas públicas de salud animal.
Bioseguridad y veterinaria: una inversión a largo plazo
La bioseguridad debe asumirse como un compromiso constante, no como una acción que se toma únicamente cuando hay una alerta en curso. Requiere disciplina, recursos y capacitación, pero sus beneficios son indiscutibles cuando se trata de proteger la salud de los animales, de las personas y del entorno natural.
Y aunque las medidas preventivas son esenciales, no sustituyen la opinión experta. Por eso, consultar a un veterinario ante cualquier duda o sospecha debe ser visto no solo como una recomendación, sino como una obligación para quienes valoran la vida animal y comprenden las repercusiones de no actuar a tiempo. Acudir a este profesional es invertir en tranquilidad, bienestar y futuro.
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