Blog

Prevención de lesiones podales en los perros mascota

Las patas son una de las partes más importantes y delicadas del cuerpo de un perro, ya que sobre ellas recae todo su peso y movilidad. Sin embargo, a menudo son también una de las áreas menos atendidas por los dueños.

Las lesiones podales —aquellas que afectan las almohadillas, los dedos o las uñas— pueden causar desde molestias leves hasta graves infecciones que comprometan la movilidad del animal. Por ello, la asesoría veterinaria profesional resulta indispensable para identificar, tratar y sobre todo prevenir estos riesgos, asegurando así el bienestar integral de la mascota.

Tipos de lesiones podales más comunes

Las lesiones podales pueden tener múltiples causas, desde el tipo de terreno por el que el perro camina hasta la falta de higiene o un mal corte de uñas. Entre las más comunes se encuentran:

Cortes y laceraciones: suelen producirse al caminar sobre vidrios, piedras filosas o superficies metálicas.

Quemaduras o ampollas: en épocas de calor, el asfalto puede alcanzar temperaturas que queman las almohadillas en cuestión de segundos.

Irritaciones químicas: algunos detergentes, fertilizantes o productos de limpieza pueden causar reacciones alérgicas o corrosivas si entran en contacto con las patas.

Cuerpos extraños: pequeñas astillas, espinas o fragmentos de vidrio pueden incrustarse y provocar dolor o infecciones.

Problemas en las uñas: el crecimiento excesivo o los cortes incorrectos pueden originar uñas encarnadas, fracturas o desgarros.

Estas lesiones, aunque a veces parecen menores, pueden derivar en cojera, inflamación crónica e incluso infecciones que afecten otras zonas del cuerpo.

Importancia del cuidado diario de las patas

La prevención de lesiones podales comienza con una rutina diaria de observación y limpieza. Después de cada paseo o sesión de ejercicio, conviene revisar las patas para detectar cortes, residuos o enrojecimientos. Limpiarlas con un paño húmedo y agua tibia ayuda a eliminar polvo, tierra o agentes irritantes.

Asimismo, es recomendable hidratar las almohadillas con productos específicos aprobados por veterinarios, sobre todo en climas secos o fríos, ya que las bajas temperaturas pueden resecar y agrietar la piel. En verano, lo mejor es pasear al perro en horarios frescos —por la mañana o al atardecer— para evitar el contacto con superficies calientes.

El pelaje entre los dedos también requiere atención: mantenerlo recortado evita que se acumulen humedad o suciedad que favorezcan el crecimiento de hongos o bacterias.

El calzado canino como medida preventiva

Aunque no todos los perros lo toleran fácilmente, el uso de botas o protectores podales puede ser muy útil en determinadas circunstancias. Estos accesorios protegen las patas de superficies abrasivas, espinas o terrenos nevados. También reducen el riesgo de quemaduras durante caminatas en asfalto caliente o arena ardiente.

Sin embargo, es importante acostumbrar al perro gradualmente y asegurarse de que el calzado se ajuste bien sin limitar la circulación ni causar rozaduras. Un veterinario o un adiestrador pueden orientar sobre el tipo de protector más adecuado según el tamaño, la raza y las actividades del perro.

Higiene y mantenimiento de las uñas

Las uñas demasiado largas alteran la forma en que el perro apoya sus patas, lo que puede generar tensión en las articulaciones y dolor al caminar. Además, una uña que crece en exceso corre el riesgo de partirse o encarnarse. Lo ideal es cortarlas periódicamente, utilizando una herramienta específica para perros y evitando seccionar la parte viva (conocida como “pulpa”).

En caso de duda sobre la técnica correcta, siempre es mejor que un veterinario o estilista canino realice el corte, ya que un error puede provocar sangrado y dolor intenso.

Alimentación y salud podal

La salud de las patas también depende de una nutrición equilibrada. Las deficiencias de vitaminas A, E y zinc pueden debilitar la piel y las almohadillas, haciéndolas más propensas a grietas e infecciones. Una dieta adecuada y supervisada por el veterinario fortalece no solo las patas, sino también el pelaje, los dientes y el sistema inmunológico del perro.

El control del peso es otro aspecto crucial: los perros con sobrepeso ejercen mayor presión sobre sus articulaciones y almohadillas, lo que aumenta la probabilidad de lesiones.

Actividad física y terreno adecuado

El ejercicio regular mantiene los músculos y tendones fuertes, pero debe adaptarse al estado físico y la edad del perro. Evitar terrenos extremadamente duros, rocosos o resbaladizos reduce el riesgo de torceduras y cortes. En cambio, las superficies naturales como el pasto o la tierra compacta son más seguras para las patas.

También es aconsejable revisar las condiciones del entorno antes de permitir que el perro corra libremente: los parques o senderos con vidrios rotos, clavos o basura representan un peligro real para sus patas.

Señales de alerta

Un perro con dolor en las patas puede mostrar cambios en su comportamiento: cojear, lamerse excesivamente una almohadilla, evitar caminar o reaccionar con quejidos al tocarle los dedos. Ante cualquiera de estas señales, no se debe improvisar con remedios caseros ni esperar a que el problema se resuelva solo.

La salud podal de los perros depende en gran medida de la prevención y del cuidado cotidiano que sus dueños les proporcionen. Sin embargo, cada animal presenta necesidades distintas según su raza, edad, tamaño y nivel de actividad. Por eso, la asesoría veterinaria profesional es esencial para establecer un plan de prevención personalizado, que incluya revisiones periódicas, productos adecuados y orientación ante cualquier signo de lesión. Consultar al veterinario no solo evita complicaciones, sino que garantiza una vida más cómoda, activa y feliz para el perro.

Descuentos por Mayoreo

Si requieres hacer compras por volúmen, infórmate sobre nuestros descuentos especiales

Llámanos al: (55) 4593 8990

Llámanos o escríbenos por whatsapp, será un gusto atenderte