La enteropatía proliferativa porcina es una de las enfermedades intestinales más relevantes en la producción moderna, ya que afecta el rendimiento, la ganancia de peso y la salud general de los animales. Debido a su comportamiento complejo y a la discreción con la que puede manifestarse, su detección temprana y prevención requieren conocimiento técnico especializado.

Por ello, el primer paso para proteger un criadero es contar con el acompañamiento constante de un médico veterinario experto, quien pueda establecer protocolos sanitarios precisos y orientar estrategias preventivas adecuadas.
¿Qué es la enteropatía proliferativa porcina?
Esta enfermedad, causada principalmente por la bacteria Lawsonia intracellularis, produce una proliferación anormal de las células de la mucosa intestinal, afectando la absorción de nutrientes y el estado general del cerdo. Su presentación va desde cuadros subclínicos hasta formas hemorrágicas severas que pueden ser fatales. En criaderos intensivos, donde hay mayor concentración animal, la enfermedad encuentra condiciones ideales para diseminarse si no existe vigilancia sanitaria.
Bioseguridad: el primer escudo de protección
La prevención depende en gran medida de mantener un estricto control de bioseguridad. Esto incluye limitar el ingreso de visitantes, establecer zonas limpias y sucias, utilizar pediluvios, manejar lotes cerrados y reducir el estrés del rebaño. La limpieza constante de instalaciones, el retiro de estiércol y la desinfección periódica son indispensables, ya que la bacteria puede sobrevivir en el ambiente bajo ciertas condiciones.
Nutrición y salud intestinal
El manejo nutricional juega un papel clave en la resistencia del animal. Una dieta balanceada, con niveles adecuados de fibra y energía, contribuye al equilibrio de la microbiota intestinal. Evitar cambios abruptos en el alimento, asegurar la calidad del pienso y prevenir la contaminación son medidas que reducen notablemente los brotes de enteropatía. Un veterinario o un especialista en nutrición animal puede ajustar las dietas según la etapa productiva del cerdo.
Manejo por lotes para reducir la presión infecciosa
El sistema “todo dentro, todo fuera” mejora significativamente el control de la enfermedad. Este método evita la mezcla de animales de distintas edades y permite una limpieza profunda entre cada ciclo. La introducción de animales de diversas procedencias aumenta el riesgo de que un portador subclínico traiga la bacteria al criadero, por lo que limitar estos movimientos es fundamental.
Monitoreo y detección temprana
La vigilancia constante es esencial, ya que la enteropatía proliferativa no siempre presenta diarrea evidente. Señales como baja ganancia de peso, pelaje áspero o menor consumo de alimento pueden alertar del problema. Ante cualquier sospecha, el veterinario puede aplicar pruebas diagnósticas como PCR o estudios histopatológicos que confirmen la presencia de Lawsonia intracellularis.
Vacunación como herramienta preventiva
En los últimos años, las vacunas específicas han demostrado ser una estrategia muy eficaz para reducir los casos clínicos y mejorar el rendimiento. La decisión de vacunar depende del historial sanitario y las características de cada criadero, por lo que solo un veterinario puede determinar el protocolo ideal y el momento adecuado para su aplicación.
Uso responsable de antibióticos
El tratamiento antibiótico debe ser siempre supervisado por un veterinario, ya que esta enfermedad responde solo a determinados fármacos y su uso indiscriminado genera resistencia bacteriana. El profesional ajusta dosis, frecuencia y duración del tratamiento para garantizar eficacia y evitar riesgos sanitarios.
Condiciones ambientales y bienestar animal
Factores como el hacinamiento, la mala ventilación o las variaciones bruscas de temperatura disminuyen las defensas del cerdo. Mantener un ambiente cómodo, reducir el estrés y asegurar densidades adecuadas ayuda a prevenir la aparición de la enfermedad y favorece el bienestar del rebaño.
La asesoría veterinaria como eje central de la prevención
Prevenir la enteropatía proliferativa es una tarea integral que requiere planificación, monitoreo y constancia. La combinación de higiene, nutrición, manejo adecuado, vacunación y vigilancia conforma una barrera sólida contra la enfermedad.
Sin embargo, el elemento que articula y optimiza todas estas acciones es la asesoría continua de un médico veterinario experto, capaz de interpretar las señales del hato, establecer programas preventivos y actuar rápidamente ante cualquier eventualidad. Contar con este apoyo profesional garantiza no solo la salud de los animales, sino también la estabilidad productiva y económica del criadero a largo plazo.
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