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Prevención de brotes de enfermedad de lengua azul en criaderos de bovinos

La enfermedad de la lengua azul (Bluetongue, BTV) es una afección viral de origen vectorial que afecta principalmente a rumiantes domésticos y silvestres, entre los cuales los ovinos son los más vulnerables. Sin embargo, los bovinos también pueden verse implicados como hospedadores, aunque en la mayoría de los casos no presenten síntomas clínicos evidentes.

Pese a esto, su papel como reservorios del virus los convierte en piezas clave en la epidemiología de la enfermedad, lo que ha llevado a reforzar las medidas de prevención en criaderos de ganado bovino, sobre todo en regiones donde el clima y el entorno favorecen la proliferación del vector.

¿Qué es la enfermedad de la lengua azul?

La lengua azul es causada por un virus perteneciente al género Orbivirus, transmitido exclusivamente por insectos del género Culicoides, pequeños dípteros hematófagos que encuentran condiciones propicias para su reproducción en ambientes cálidos y húmedos. El virus no se transmite por contacto directo entre animales, lo que significa que su propagación depende estrictamente de la presencia del vector. Esta característica convierte a la enfermedad en un problema de tipo ecológico y estacional, estrechamente vinculado a factores climáticos, geográficos y al manejo del entorno.

En los bovinos, la lengua azul puede cursar de forma subclínica, es decir, sin síntomas notorios. En algunos casos, puede manifestarse con fiebre leve, lagrimeo, secreciones nasales, reducción del apetito y ocasional inflamación de la lengua o mucosas. Aunque las complicaciones graves son raras en esta especie, su importancia radica en la posibilidad de mantener el virus circulando en el hato y facilitar su diseminación hacia otras especies más susceptibles, como los ovinos, o hacia otras regiones ganaderas.

Impacto económico y sanitario

La presencia del virus de la lengua azul en un criadero bovino no solo representa un desafío sanitario, sino que también puede desencadenar una serie de consecuencias económicas significativas. Entre los efectos más notorios se encuentran las restricciones al comercio internacional de animales vivos, carne, semen y embriones, ya que muchos países imponen barreras sanitarias ante cualquier indicio del virus en los territorios exportadores.

Además, se incrementan los costos operativos debido a la necesidad de implementar programas de vigilancia, aplicar tratamientos preventivos, controlar el vector y, en algunos casos, vacunar al ganado. También pueden observarse pérdidas indirectas relacionadas con la disminución del rendimiento productivo, retrasos en el crecimiento o aumento de los costos por cambios en la logística del manejo animal. En conjunto, estos factores afectan la rentabilidad de las explotaciones ganaderas y ponen en riesgo su sostenibilidad a largo plazo.

Estrategias de prevención en criaderos de bovinos

1. Vigilancia epidemiológica

Uno de los pilares fundamentales en la prevención de la lengua azul es contar con un sistema de vigilancia epidemiológica eficiente y constante. Esto implica monitorear la salud del hato mediante la observación de signos clínicos, pero también realizar pruebas serológicas periódicas para detectar la presencia de anticuerpos, incluso en ausencia de síntomas.

La vigilancia también debe incluir el monitoreo de las poblaciones de Culicoides mediante trampas especializadas, lo cual permite anticipar la aparición del vector y planificar medidas preventivas. La detección temprana de la circulación viral es crucial para evitar la expansión del brote y minimizar las repercusiones sanitarias y económicas.

2. Control del vector

El control del vector es, sin duda, una de las estrategias más eficaces para interrumpir el ciclo de transmisión del virus. Este control debe ser multifacético e incluir tanto medidas físicas como químicas. En primer lugar, es importante eliminar o reducir los sitios de reproducción de los Culicoides, tales como charcas, aguas estancadas, áreas con materia orgánica húmeda y suelos fangosos cerca de los corrales.

El uso de repelentes, insecticidas aprobados y tratamientos tópicos sobre los animales puede ser útil durante las épocas de mayor riesgo. Asimismo, instalar mallas mosquiteras en áreas de descanso o cobertizos durante las noches contribuye a reducir el contacto directo entre insectos y ganado. Una adecuada gestión del entorno —como mejorar el drenaje, mantener el pasto corto y evitar la acumulación de estiércol húmedo— también puede limitar la presencia de estos vectores.

3. Vacunación preventiva

Cuando existe disponibilidad de vacunas específicas contra los serotipos circulantes del virus, la inmunización del ganado bovino y ovino representa una medida eficaz para reducir la carga viral y prevenir brotes. Aunque en bovinos la enfermedad rara vez se manifiesta de forma grave, la vacunación permite limitar la función de estos animales como reservorios y cortar las cadenas de transmisión.

Es fundamental que la vacunación sea planificada en coordinación con las autoridades sanitarias, considerando el calendario biológico del vector y el periodo de mayor riesgo de infección. La inmunización debe realizarse con suficiente antelación antes del inicio de la temporada cálida, que es cuando aumentan las poblaciones de Culicoides.

4. Manejo sanitario y bioseguridad

Además del control del vector y la vacunación, un manejo sanitario riguroso dentro del criadero es esencial para prevenir la entrada y propagación de la enfermedad. Esto incluye medidas como el aislamiento de nuevos animales antes de integrarlos al hato, la desinfección de vehículos y equipos que ingresen a las instalaciones, y la capacitación continua del personal en materia de bioseguridad.

También es recomendable mantener registros detallados de la salud del ganado, identificar rápidamente cambios en el comportamiento o condición de los animales, y establecer protocolos claros para el manejo de casos sospechosos.

5. Coordinación con autoridades sanitarias

La prevención efectiva requiere una estrecha colaboración entre productores, médicos veterinarios y autoridades sanitarias. Reportar de manera oportuna cualquier sospecha, participar activamente en campañas de vacunación o monitoreo, y mantenerse informado sobre la situación epidemiológica local y regional son acciones clave para controlar la enfermedad.

Además, los programas estatales o federales pueden ofrecer recursos técnicos y logísticos que complementen los esfuerzos individuales de los criadores, favoreciendo un enfoque integral de salud animal.

Factores climáticos y prevención estacional

Dado que la actividad del vector está determinada por las condiciones ambientales, es importante adaptar las estrategias de prevención a los cambios estacionales. Durante los meses cálidos y húmedos —cuando los insectos tienen mayor actividad— debe intensificarse el uso de insecticidas, las barreras físicas y los controles sanitarios.

Asimismo, en regiones donde se anticipa la llegada de la temporada de lluvias, se recomienda adelantar las campañas de vacunación y reforzar las medidas de vigilancia y limpieza ambiental.

La enfermedad de la lengua azul, aunque a menudo subestimada en el ganado bovino, representa una amenaza constante para la sanidad animal y la economía ganadera. Su carácter vectorial y estacional exige una respuesta planificada, integrada y adaptativa por parte de los criadores y las autoridades sanitarias.

Implementar sistemas de vigilancia activos, controlar eficazmente los vectores, vacunar cuando sea posible y aplicar medidas estrictas de bioseguridad son pasos fundamentales para proteger la salud del hato bovino y asegurar la estabilidad del sector ganadero frente a esta enfermedad silenciosa pero significativa.

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